
Toda política carece de sentido,
si no se hace cuerpo en prácticas concretas que posibiliten el desarrollo
integral de los niños y jóvenes que asisten a la escuela. Si las propuestas no
se anclan en acciones escolares potentes, toda enunciación de política
educativa es estéril. Y que esto suceda, no depende de lineamientos
establecidos por la superioridad, sino de la planificación de prácticas
valiosas y la realización, en hechos, en cada aula. En esta tarea de asumirnos
responsables de la concreción de la política educativa pública, nada sucede
mágicamente, ni por su sola declaración. Nos sumimos en un debate ¿Cómo hacer
efectiva, en el aula, la idea / pilar "todos son capaces, todos pueden
aprender"? ¿Cómo orientar las prácticas hacia la adquisición y desarrollo
de capacidades fundamentales? ¿Cómo mejorar los aprendizajes de lengua,
matemática y ciencias? ¿Estamos aprovechando óptimamente los tiempos y espacios
de aprendizaje? ¿Cómo podemos mejorar los vínculos entre los diversos actores?
¿Cómo construir espacios armónicos que favorezcan el proceso de enseñanza -
aprendizaje? Muchas preguntas, muchas alternativas de respuesta. Como siempre,
el debate enriquece. De todas maneras, implementar acciones cuya meta sea poner
en actos las prioridades pedagógicas con el fin de fortalecer el sentido inclusivo
de la escuela, no es algo que pueda lograrse inmediatamente. Requiere de un
profundo compromiso desde la gestión; un proyecto institucional sostenido,
transversal e integral que convoque a todos los actores; constantes reflexiones
sobre las prácticas; planificación de propuestas escolares potentes y valiosas;
conocimiento de datos institucionales precisos. Si bien hay líneas de trabajo
institucional que evidencian avances, mucho resta por construir.
Las prioridades pedagógicas y el
desarrollo de capacidades fundamentales son postulados que fueron
incorporándose gradualmente al lenguaje de los docentes de esta escuela. Con
resistencias al principio, con largos debates, se fue comprendiendo el sentido
de estas ideas y fueron tomando forma en la cotidianeidad. En un comienzo
parecían afirmaciones vanas ¿Quién podría estar en desacuerdo con mejorar los
aprendizajes, el clima institucional o con optimizar el tiempo de clases? Cada
tanto surgía la tradición selectiva y el planteo: ¿Todos pueden aprender?,
resonaba en alguna charla. Seríamos hipócritas si afirmáramos con contundencia
que esta tradición selectiva ha sido desterrada, sus ecos aún se sienten. Sin
embargo se va haciendo un nuevo camino, lentamente, paso a paso, pero
avanzando.
Algunas acciones
Entender que en la escuela
debemos construir un espacio habitable por todos, es el paso inicial. A partir
de ello fueron tomando forma algunas propuestas valiosas:

-
Mirando al cielo: como una manera de
integrar aprendizajes sobre el Sistema Solar y articular con el nivel primario,
estudiantes del Ciclo Orientado en Ciencias Naturales organizaron una jornada
de observación astronómica en el Centro Educativo Alberto In'Aebnit (de
nivel primario). Allí se dirigieron los estudiantes de los cursos superiores,
junto al Prof. Daniel Tosco. A partir de las 19,30 hs. hasta las 21,30, en el patio del centro educativo, alumnos de
sexto grado (40 alumnos), de cuarto grado (25 alumnos), docentes de nivel
primario y familiares de los estudiantes, observaron la Luna en cuarto
creciente y Saturno, identificaron la constelación de Escorpio y sus
estrellas más importantes. La actividad complementó temas
relacionados con el sistema solar que los chicos ya habían comenzado a
desarrollar en clase. Para poder realizar esta experiencia, el Instituto
Superior María Justa Moyano de Ezpeleta puso a disposición sus telescopios,
logrando así un espacio de articulación entre niveles con aprendizajes
significativos.





- Acompañamiento pedagógico en las
divisiones técnicas: de un problema surgió una oportunidad. Tras la no apertura del 7º año “A” de la especialidad Maestro
Mayor de Obras, debido a la falta de matrícula (los tres alumnos que componían
la división repitieron el 6º año “D"), se decidió aplicar una experiencia
piloto y no cerrar el 7º año; conservar tanto la división como el plantel docente
en actividad y planificar con estos docentes un sistema de acompañamiento
pedagógico en las materias del campo Científico-Tecnológico y Técnico
Específico.
La problemática detectada fue el bajo
número de aprobados y dificultades en las trayectorias escolares de los
estudiantes del primer ciclo de la modalidad técnica, especialmente en los
espacios curriculares Dibujo Técnico, Taller Laboratorio, y las relacionadas
con el área científico tecnológico, Matemática, Física y Educación Tecnológica.
Ante esto se planteó a los docentes con horas cátedra
titulares que conservaran sus horas y se organizó el acompañamiento, en las
distintas cátedras, desarrollando actividades similares a la de consejero y
acompañante pedagógico. Dado que los docentes de 7º año son idóneos y/o
profesionales vinculados a la especialidad y tienen conocimiento de todos los
espacios curriculares (tanto del 1º como del 2º ciclo), se propuso que los
profesores se acoplen al docente titular de cualquier espacio curricular (ya
sea del 1º ciclo como del 2º ciclo) y, de ser posible, en los horarios que
venían desarrollando sus clases (similar a la figura de “ayudante de cátedra”).
Con esta propuesta se logró una considerable mejora en
las trayectorias escolares (los estudiantes no se desanimaron ante las
dificultades de los T.P. ya que contaron con un docente que realizó un
seguimiento y apoyo. Esto fue muy notorio en las clases de dibujo técnico). Además
se motivó a los alumnos, fundamentalmente a los del 1º ciclo para que continúen
en las divisiones técnicas (muchos, al llegar al final de 3º año decidían pasar
a las orientaciones de Ciencias Naturales o Economía y Administración).
- Huerta y compost:
Desde el espacio curricular Formación para la Vida y el Trabajo surgió la idea
de proponer a los estudiantes de 3º año, la realización de una huerta orgánica
con la finalidad de incentivar el consumo de verduras para una dieta
equilibrada. El proceso llevó a los chicos por distintas etapas: el análisis de
factibilidad de la propuesta, la consulta con profesionales, el estudio del
terreno y la selección de la parcela adecuada, la limpieza del espacio, la
selección de semillas, la siembra, el cuidado, la recolección, la distribución
equitativa de lo cosechado, la preparación de los alimentos. Sin dudas, durante
este camino, con espacio para la prueba y error, se lograron aprendizajes
valiosos en un espacio diferente al aula.
El proyecto se complementa con la producción de compost a
partir de residuos orgánicos. Esta tarea está a cargo de los grupos de 2º año
con las docentes de Química. Aprendizajes situado y para la vida.
Afortunadamente hay más ideas concretándose, sólo
sintetizamos éstas por cuestiones de espacio.
Construir una escuela inclusiva, que apunte al afianzamiento
de las prioridades pedagógicas y al desarrollo de capacidades fundamentales, de
ningún modo ocurre sin conflictos, contradicciones, retrocesos. Se van librando
pequeñas batallas cotidianas que abren espacios, que dan lugar a
descubrimientos y, en el proceso, aparecen "gestos mínimos", como
dice Fontana (2017),"En estas escuelas, los docentes tienen gestos mínimos
de un incalculable porvenir (parafraseando a María Zambrano): esperan,
perdonan, insisten, se obstinan, confían, nunca los dejan solos, no claudican:
enseñan."